Reformas de fachadas: ¿sabes cómo pintarlas?

Lo primero que tienes que hacer antes de pintar la fachada es raspar la pintura vieja. Para ello te será muy útil utilizar un cepillo de alambre de acero, que levantará los restos de pintura y los hará saltar. Para ello, es muy importante que te protejas los ojos, la boca y la nariz.
Después, lava la fachada con agua. Así eliminarás cualquier resto de suciedad, sea del tipo que sea, que haría que la nueva pintura no se adhiriera a la pared correctamente. Esto podría provocar que acabara saltando en muy poco tiempo, así que acabarías teniendo desconchones con mucha mayor facilidad.
Igualmente importante es que dejes que la pared se seque, un proceso que requiere de unas dos semanas para completarse adecuadamente. También es buen momento para revisar el estado de las juntas de los ladrillos y del estado de los muros en general: revisa posibles grietas, sella las juntas y haz todo aquello que esté en tu mano para mantener las paredes en perfecto estado. ¡Las reformas de fachadas no se basan únicamente en la pintura!
Una vez hayas hecho todo esto, ha llegado el momento de aplicar una buena capa de imprimación con un cepillo o un spray. Haciendo esto no tendrás que aplicar dos o más capas de pintura, especialmente si quieres pasar de un color oscuro a uno claro.
El proceso de pintado en las reformas de fachadas
El paso más importante es decidir qué tipo de pintura vas a usar. Para ello tienes que fijarte en la porosidad de las paredes, que determinará el grado de absorción de pintura. Cuanto más porosa sea la pared más capas tendrás que aplicar, y he aquí uno de los factores que hacen que la imprimación sea tan importante.
Aun así, la apuesta general para las reformas de fachadas suele ser la pintura acrílica, que resiste muy bien los rayos UVA y se seca con más rapidez. Si vives en una zona muy lluviosa, tal vez deberías plantearte cubrir la fachada con un revestimiento elástico que la proteja; los encontrarás incoloros para que no alteren el color que hayas elegido.
En cuanto a las herramientas, puedes escoger entre brocha, rodillo o pistola: también dependerá de la porosidad de las paredes, pero por supuesto también está muy relacionado con la extensión que tengas que pintar. Una buena opción es pintar los tramos más grandes con rodillo o pistola y hacer las zonas más delicadas con brocha. Eso sí, procura hacerlo siempre en dirección vertical aunque puedes alternar trazos horizontales.
Empieza por el tejado y ve descendiendo hasta que llegues al nivel del suelo. En caso de que quieras combinar más de un color, empieza siempre por el principal y deja los secundarios para el final, cubriendo siempre aquellas partes que ya hayas pintado para que no se estropeen. Es muy importante que la primera fase de pintura ya se haya secado antes de que pases a los demás colores, ¿vale?
Las reformas de fachadas pueden incluir zonas delicadas, como las molduras: si es tu caso, utiliza un pincel más fino y ve con sumo cuidado al pintar. Estos elementos pueden ser útiles para unificar dos colores de una misma fachada: por ejemplo, si la pared principal es azul y el resto de las paredes son blancas, ¿por qué no pintar la moldura en blanco para dar una sensación de continuidad y armonía?
Los mejores colores para reformas de fachadas
El color es una expresión de ti mismo: refleja tu personalidad y la de los tuyos y es la primera percepción que tendrán de ti tanto los vecinos como cualquier persona que acuda a tu casa. Por tanto, uno de los aspectos fundamentales de las reformas de fachadas es decidir qué colores vas a utilizar.
Antes de decidirte por uno u otro, consulta si existe algún tipo de restricción en tu zona; como indicador, fíjate en las casas de los demás: ¿son todas de tonos parecidos o hay casas de muchísimos colores diferentes? Si ves que todas las viviendas son de tonos terrosos, por ejemplo, es probable que solo se permitan estos. Acércate al ayuntamiento a preguntar antes de decidir nada.
Tal como sucede con los interiores, los colores tienen un peso fundamental en la imagen que transmites. Los colores frescos o fríos son perfectos para las zonas más cálidas, mientras que en las ciudades frías será mejor que apuestes por tonos cálidos como el amarillo o el anaranjado.
En líneas generales, apostar por un color único para toda la fachada será siempre lo más sencillo. Si decides combinar dos o más colores deberás pensar bien qué gamas utilizar, cómo combinarlos entre sí y cómo conseguir que demás elementos de la fachada, como persianas o toldos, combinen a la perfección entre sí. No es tarea sencilla, ¿verdad?
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